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Perramus falto a la cita

Entretien réalisé par Juan Angel Sagrera pour un supplément de la revue “Oficio Gráfico” consacré au dessin (Avril 1989)

Encontramos a Alberto Breccia en La Casa del Boxeador donde asistió a una cena homenaje en la que recibió, juntamente con Oscar Vázquez Lucio (Siulnas) y José María Taggino, una medalla y un pergamino, de manos del presidente de la Comisión de Fiestas de esa institución, el dibujante y pintor Roberto Mezzadra, y pensamos que no había que perder la ocasión. Si a Alberto Breccia no se lo ubica en el momento adecuado, se corre el riesgo de no poder volver a localizarlo por lo menos durante seis meses, la parte del año que emplea en hacer relaciones públicas –entrevistas con editores, participación en exposiciones y mesas redondas, etc.- en Europa (Italia, Francia, Grecia, etc.) para promover mejor el material que produce con destino a ese mercado durante los seis meses que permanece en su casa de la localidad bonaerense de Haedo.

¿Qué te parece si empezamos recapitulando tu trayectoria?

Bueno, nací en Montevideo el 15 de abril de 1919. A los tres años llegué con mis padres a Buenos Aires, instalándonos en el barrio de Mataderos.

Y tu padre tocaba el clarinete…

Efectivamente, lo hacía en las presentaciones del circo de Pepino el 88; entonces yo era chico y aprendí a tocar ese instrumento con él. Me gustaba el jazz.

Pero ya en la adolescencia empezaste a ganarte la vida trabajando de tripero.

Sí, porque mi padre se instaló después con una tripería. Pero al mismo tiempo que yo trabajaba de tripero había comenzado a dibujar.

¿Autodidacta?

En efecto; dibujé bastante tiempo antes de empezar a publicar, lo que recién ocurrió cuando tenía 18 años; ilustraciones costumbristas para la revista El Resero… No me pagaron nada, por supuesto.

¿Por entonces el dibujo no te rindió ningún fruto?

Me gustaba ir a los bailes y para poder entrar gratis las 6 noches de Carnaval, decoraba los clubes pintando con cal, motivos alusivos…

Pero en 1939 te profesionalizás.

En realidad, realizo mi primera historieta humorística –Mu-Fa- para la revista Berretín, pero tampoco me pagaron nada. Las cosas fueron distintas cuando fui a pedir trabajo a la Editorial Láinez, pero a costa de hacerme dibujante “serio”.

¿Habías llevado dibujos cómicos?

Sí. Siempre me gustó más el dibujo humorístico que el serio, aún hoy.

¿Y las historietas?

Nunca fui lector de historietas; no me gustaban.

Me estabas diciendo que tuviste que hacerte dibujante “serio”…

Sí, porque el director de las publicaciones me dijo que para tener cabida tenía que llevar una historieta seria, así que fui a casa, hojeé el diario La Prensa y mirando la historieta Charlie Chan, que publicaban entonces, se me ocurrió hacer una historieta de corte policial (Hap Norton), que se publicó en la revista Historietas; luego colaboré en Ra-Ta-Plan y El Gorrión, también de la misma empresa.

Pero no renunciaste a la historieta cómica.

No; cuando apareció Espinaca, publiqué Mariquita Terremoto, personaje que alcanzó bastante popularidad en su momento; al punto que era común oir aplicar ese nombre a las chiquilinas traviesas.

En 1941 mi padre, que de puro aventurero se había ido a Brasil, se fundió con un negocio y decidí embarcarme para allá, donde vuelvo a trabajar de tripero, en tanto sigo dibujando y enviando dibujos a Buenos Aires, para Láinez.

De regreso al país colaboro en la revista Bichofeo con el seudónimo de Vaghi para que no se sientan molestos los de Láinez. Pero eso duró poco. Después apareció la revista Aventuras donde ilustré adaptaciones de novelas y versiones de películas…

Y llegamos a Vito Nervio.

Anteriormente en Patoruzito ilustré Jean de la Martinica, con guión de Issel Ferrazzano. Tiempo después me vino a ver Emilio Cortinas, que por volverse al Uruguay no quería seguir haciendo Vito Nervio.

Con guión de Leonardo Wadel…

Sí, aunque el creador del personaje había sido Mirco Repetto. Al comenzar la dècada del 60 trabajé dos años para los ingleses. Además en esos años ilustré en Billiken temas escolares, lo mismo que para Mis Deberes; aquí ya había empezado a trabajar conmigo mi hijo Enrique.

Después hay un período de casi cuatro años que, por motivos muy personales y muy penosos, dejo de dibujar para dedicarme exclusivamente a la docencia.

¿Y cuándo reaparece el Breccia historietista?

En 1967 con Richard Long; y al año siguiente, sobre guión de Oesterheld, realizo con mi hijo Enrique, La Vida del Che. En 1969 me hago cargo de los dibujos de El Eternauta, que anteriormente ilustrara Solano López.

Entrando en la década del 70, un buen día una señora (esposa del que hoy es mi representante) me dijo que le interesaría llevar dibujos míos a Europa… Pasó el tiempo y cuando estaba a punto de lamentar el haberme desprendido del material, me entero que Mondadori había comprado Mort Cinder, también compraría Los Mitos de Othulhu; Linus compró Un tal Daneri, que con guión de Trillo había dibujado tiempo antes para la revista Mengano…

¿Cuándo comienza el Breccia de seis meses en Europa y seis en Argentina?

Desde hace cuatro años estoy dedicado a Perramus, una historieta con guión de Sasturain, que se publica en revistas y en libros en Francia, Italia, España, Alemania, Brasil.

Una versión argentina se iba a presentar en la Feria del Libro en una muy cuidada presentación de Ediciones de La Flor, pero lamentablemente no se llegó a tiempo con la impresión.

Breccia tiene previsto marcharse en junio. Y cuando decimos Breccia, nos referimos casi al clan familiar en pleno, porque salvo su hija Patricia que sigue publicando en nuestro país, los demás –sus hijos Enrique (pintor y dibujante) y Cristina (ilustradora), y su esposa Irma (ilustradora infantil especializada en aves)- triunfan en Europa mientras su actual producción es casi desconocida en nuestro país.

Source : Siulnas

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